
El triunfo de Trump fue celebrado por buena parte de la diáspora venezolana, que deposita en él la esperanza de ver caer al chavismo gobernante.
En su primer gobierno (2017-2021), Trump encabezó una ofensiva internacional contra Maduro, cuando en 2019 consiguió la reelección por primera vez en unos comicios boicoteados por la oposición. Impuso sanciones y dijo que “todas las opciones”, incluida la militar, estaban sobre la mesa. Entonces Venezuela pasó a culpar a Trump de su profunda crisis.
“Podría intentar repetir su política sobre Venezuela, es decir, hacer todo lo posible por derrocar al régimen de Maduro”, indicó la politóloga Vanda Felbab-Brown, investigadora del Brookings Institution en Washington DC.
Las presidenciales de julio, que la oposición asegura que Maduro “robó”, justificarían estas acciones, según la experta: “Si Trump intentase derrocarlo, no creo que le resulte más fácil”.
Habrá más claridad sobre el futuro de la relación Trump-Maduro cuando el republicano anuncie su equipo de asuntos exteriores, señala Christopher Sabatini, investigador para América Latina del centro de análisis británico Chatham House.
“Si es (el senador) Marco Rubio o sus acólitos, traerá consigo un endurecimiento de la política hacia Venezuela y Cuba: sanciones más severas y, por desgracia, una retórica más dura y poco constructiva“, indicó Sabatini, que sostiene que esta línea “favorecería una mayor influencia” en la región de China y Rusia, importantes aliados de Maduro.