Jesús Enrique: una voz que reclama su espacio

Por: Alejandro Quintero

El ser humano percibe el mundo con cinco sentidos, algo que damos por hecho. Sin embargo, hay quienes viven con menos, ya sea por accidente o porque nunca los han necesitado. Jesús Enrique es uno de ellos, y su historia es un testimonio de vida en cuatro sentidos.

En un mundo dominado por el sonido, Jesús Enrique ha aprendido a comunicarse de otra manera. Con sus manos, teje historias, expresa emociones y defiende sus derechos. Su lucha diaria como persona sorda en México es un reflejo de los desafíos que enfrenta esta comunidad, pero también de su resiliencia y determinación.

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Enrique a sus 33 años es amante del cine, la escritura y los chilaquiles, no se deja limitar por su discapacidad auditiva. Sin embargo, reconoce las barreras que enfrenta a diario.

“Es complicado, por ejemplo, cuando me topo con personas que no saben señas, tengo que esforzarme para convivir con los oyentes, para poder comunicarme, hacer algunos gestos, escribir en el celular y demás”, confiesa.

Esto también pasa por lo cotidiano, por la misma necesidad que existe de buscar el esparcimiento.

“En el cine”, ejemplifica, “casi nunca hay subtítulos en las películas mexicanas, a pesar de que es un derecho que tenemos”.

Es por medio de la Lengua de Señas Mexicana que Jesús se comunica. Gracias a un intérprete podemos sostener un diálogo que nos aproxima a la realidad que viven alrededor de 2.3 millones de personas sordas en México, según el Censo del Inegi de 2020, quienes enfrentan diversas barreras sociales, educativas y laborales.

Enfrentando desafíos escolares

Jesús Enrique Villalobos Pereda cursó sus primeros años de escuela en el Centro de Atención Múltiple Estatal número 15, una institución pública para infantes con discapacidad auditiva, que opera bajo un modelo bilingüe bicultural con su alumnado: la adquisición de una lengua natural, como la lengua de señas, así como el aprendizaje del español de manera leída y escrita.

Sin embargo, al llegar a la secundaria y la preparatoria, las dificultades comenzaron a surgir: los profesores no estaban preparados para apoyar su aprendizaje. 

Este escenario, de acuerdo al Inegi, provoca que el 79% de las personas sordas entre 3 y 29 años no asistan a la escuela, donde la mayoría llega hasta cuarto grado de primaria.

Frente a las puertas de la educación universitaria, Jesús al mostrar una fuerte determinación, sus padres no dudaron en brindarle todo su apoyo para que él se aventurara a este nuevo reto. 

Primero cursó la Licenciatura en Ciencias de la Educación en el Centro Universitario de Tijuana, donde tuvo que contratar un intérprete para poder cursar dicha carrera. 

Posteriormente continuó su preparación en la Licenciatura en Lingüística en la Universidad de Sonora, para lo cual recibió apoyo por parte del Gobierno del Estado, Beca que le permitió la contratación de intérpretes. Sin embargo, esta etapa no fue exenta de retos, sobre todo por la gran cantidad de información que debía comprender por parte de sus docentes.

Hoy en día, Enrique trabaja como asistente en el Centro de Atención de Estudio de Personas con Discapacidad (CAED), bachillerato donde colabora con personas sordas y ciegas.

Él forma parte del reducido 29.9% de personas sordas que son económicamente activas en nuestro país, con base en datos del Congreso Nacional de Sordos Profesionistas.

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Un futuro con más inclusión

La tecnología ha sido una aliada importante para Jesús Enrique. Gracias a aplicaciones de inteligencia artificial ha mejorado su escritura en español, lo cual le ha permitido el poder completar y publicar su primera novela “La Madrastra”, la cual nos comenta:

“Esta historia que escribí de La Madrastra va a ayudar a que conozcan un poco más el mundo de los sordos, la cultura de las personas sordas”.

También nos comenta que los subtítulos descriptivos en Netflix son un recurso muy valioso para el consumo de contenido en esta plataforma. No obstante, reconoce que aún falta un largo sendero por recorrer en nuestro entorno social. 

Los niños sordos necesitan maestros sordos que tengan un modelo lingüístico que ellos puedan seguir”, subraya, con lo que refleja la importancia de que los menores cuenten con referentes en el ámbito educativo que compartan su misma lengua y cultura.

Jesús Enrique es un claro ejemplo de que las personas sordas tienen mucho que aportar a la sociedad. Su lucha es por un mundo más inclusivo, donde la lengua de señas sea reconocida como un idioma de pleno derecho y donde todos tengamos las mismas oportunidades. 

 “Todos los días en la vida de las personas sordas hay dificultades y los oyentes tienen que crear conciencia de la importancia de la lengua de señas”, subraya.

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A través de su activismo y escritura, Jesús Enrique continúa abogando por una sociedad más inclusiva, donde las lenguas de señas sean reconocidas y respetadas.

Como él mismo dice: “Las personas oyentes deben quitarse el miedo a comunicarse con las personas sordas”.

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