
El rancho Izaguirre, donde colectivos de búsqueda hallaron indicios de un centro donde se entrenaba y asesinaba a personas reclutadas por el crimen organizado, es más reciente de otros sitios similares en el país.
Durante el sexenio 2006-2012, lugares como Chichí Suárez, Yucatán; La Marquesa, Estado de México; San Fernando, Tamaulipas; Allende, Coahuila; Cadereyta, Nuevo León y La Gallera, Tijuana, han sido escenario de la violencia generada por cárteles y grupos criminales.
En la siguiente administración, de 2012 a 2018, se registraron casos como la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y los 28 cuerpos encontrados en La Parota, ambos en Guerrero.
Para Fernando Ocegueda Flores, quien descubrió en Tijuana las fosas y tambos donde El Pozolero disolvía en ácido a sus víctimas, dentro del horror de Teuchitlán hay algo esperanzador: que algunas familias puedan, a partir de los restos hallados, sacar ADN y saber dónde quedó su desaparecido.
Asegura que el caso del Pozolero está abierto, pues la semana pasada se reunió con funcionarios de la FGR para conocer sobre el proceso de identificación de 500 kilos de huesos humanos, prótesis e implantes, así como 16 mil 500 litros de emulsión orgánica (mezcla de ácido con sangre) que siguen resguardados.
Fuente: Milenio.