La familia perdió su casa, pero no a sus 44 animales y por ellos se niegan a dejar el refugio improvisado.
Cuatro meses después de que unas devastadoras inundaciones destrozaron su casa en el sur de Brasil, Milton do Nascimento y su familia siguen sin hogar permanente y duermen a la intemperie bajo un puente de la autopista.
La familia Nascimento tiene tres cerdos, 24 cabras, dos jabalíes, cinco caballos y 10 perros, lo que complica su búsqueda de un nuevo lugar donde vivir.
“Si no fuera por los animales, estaría viviendo en otro sitio. Pero tenemos que cuidarlos. Mis pertenencias están a buen recaudo, pero los animales no”, explica el hombre de 58 años.
Nascimento, su esposa Gabriela y su hijastra viven a sólo 300 metros de su casa, que quedó destruida por las inundaciones sin precedentes que asolaron la ciudad de Porto Alegre y sus alrededores en mayo, matando a más de 180 personas y expulsando de sus hogares a medio millón más.
La casa de la familia Nascimento sigue siendo inhabitable y no hay perspectivas de retorno. Pero se han negado a abandonar su lugar bajo el puente, a pesar de la disponibilidad de refugios, por temor a que la casa sea saqueada.
Además, los 44 animales viven en corrales improvisados bajo el puente o atados en terrenos cercanos.
La pareja decidió instalarse bajo el puente a principios de julio, después de vivir dos meses en su furgoneta junto a la autopista.
Levantaron una tienda con mantas y planchas de aislamiento térmico, sujeta a un pilar del puente. Hay un sofá, una mesa, un hornillo, una lavadora y un televisor, conectados a la red eléctrica del barrio.
Un frigorífico roto sirve de armario para guardar comida a salvo de las ratas, y la familia duerme en colchones en un altillo que construyeron con madera.
Los autobuses y camiones que cruzan el puente hacen temblar su refugio. Aun así, la madre de Nascimento, Iauria, de 80 años, se unió a ellos hace un mes.
Lo más difícil de la vida bajo el puente es el aseo y la higiene. El baño se encuentra en una tienda de campaña junto al puente, donde se bañan con cubos y agua proporcionada por el gobierno municipal.
“Después de pasar lo que pasamos en la inundación, esto no es nada. Ahora estamos de lujo. Tengo todo lo que necesito”, dijo Gabriela.
El funcionario municipal Lucas Vasconcellos dijo que a la familia se le ha ofrecido un refugio adecuado, pero no se les puede convencer de que se vayan.
“Se resisten a abandonar ese espacio, por precario e inseguro que sea”, afirmó.
FUENTE: Milenio