Infancia tras las rejas: 172 niños crecen en prisión junto a sus madres en Tamaulipas

A pesar de no haber cometido ningún delito, 172 niñas y niños viven en cárceles mexicanas acompañando a sus madres privadas de la libertad.

La ley les permite permanecer en estos centros hasta los tres años, antes de ser separados de sus madres. La situación ha motivado propuestas legislativas para evitar el impacto emocional de este proceso.

¿Qué estados concentran a la mayoría de los menores en reclusión?

El Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2024 reveló que Tamaulipas es el estado con más menores viviendo en prisión, con 23 niños y niñas distribuidos en centros de Reynosa, Victoria, Altamira y Matamoros. Le siguen Jalisco con 20 infantes, Hidalgo con 13, Guerrero con 12 y Michoacán y Tabasco con 11 cada uno.

En Tamaulipasno existen reclusorios exclusivos para mujeres, por lo que las madres y sus hijos conviven en penales mixtos, muchas veces sin condiciones adecuadas para el desarrollo infantil.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) documenta que las cárceles donde viven estos menores carecen de espacios educativos, recreativos y de estimulación temprana, lo que compromete su desarrollo físico y emocional.

En Tamaulipas, no existen reclusorios exclusivos para mujeres, por lo que las madres y sus hijos conviven en penales mixtos. Foto: SSP

¿Hasta qué edad pueden permanecer los niños en las cárceles?

De acuerdo con la Ley Nacional de Ejecución Penal, los menores pueden estar con sus madres en prisión hasta cumplir tres años.

Luego, deben ser entregados a un familiar, lo que representa un momento crítico tanto para las madres como para los hijos. Durante su estancia, se les garantiza atención médica y vacunación, pero la separación es una etapa dolorosa y frecuentemente traumática.

Para aliviar esta transición, se aplican terapias psicológicas y se comienza un proceso gradual de alejamiento del menor. Sin embargo, la falta de recursos, protocolos y personal especializado agrava la situación emocional.

Algunos niños que salen de prisión experimentan miedo extremo al interactuar por primera vez con elementos del mundo exterior, como automóviles o animales domésticos.

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