Por Rosa Lilia Torres
El transporte urbano de Ciudad Obregón ha sido un dolor de cabeza desde hace más de 15 años. Desde el proyecto fallido del SUBA que implementó el gobierno de Eduardo Bours, este servicio fue decayendo por la mala relación que se fue formando entre el Gobierno de Sonora y los concesionarios. Incluso, estas manifestaciones han estado llenas de misterios, como olvidar el triple homicidio de transportistas que se dio en 2010, luego de marchas, manifestaciones y presiones.
El subsidio que se suponía iban a recibir los transportistas se les dejó de pagar. Con el paso del tiempo, se fue haciendo una “bola de nieve” de deuda millonaria por parte del Estado y, con ello, el servicio fue decayendo… y los más afectados fueron los usuarios, porque a ellos se les cobraba el mal servicio. Los mismos concesionarios señalaban que, a falta del subsidio, no podían mejorar el servicio. Como medida de presión, se usaba el típico “me das, te doy” que se empleaba mucho en la política. Al ver que el Estado no cedería a caprichos o, menos aún, sería rehén de concesionarios, empezó a quitar concesiones en Nogales y otros municipios. Incluso les puso plazo para regularizarse con nuevas unidades y cumplir con los requisitos para poder darles el subsidio, pero de los atrasos de las administraciones anteriores no se sabe a ciencia cierta si lo va a “apechugar” el gobernador. Honestamente, creo que será “alíneate o te alineo”, y es que no es para menos; si no fuera negocio, no tendrían concesiones, así de simple. Y si a los agricultores se les aplicó igual, a pesar de marchas y bloqueos.
Durazo ya tiene 3 años y sabe que es un talón de Aquiles muy viciado que tiene que solucionar. Por eso, la estrategia de ofrecerle concesiones a TUFESA es lanzar un mensaje de que no estiren demasiado la liga, porque la facultad del Estado es quitar o dar concesiones, y el que no se suba a la línea de eficiencia y calidad, se va, así de simple.
A los usuarios nos conviene que las cosas se pongan en orden y que, efectivamente, el gobierno logre mejorar el servicio, pero sin la lana que los concesionarios han estado pidiendo, quizás no se pueda amortiguar todo el atraso, pero sí llegar a un acuerdo que sea favorable para ambas partes, sin olvidar que la jugada ya se volvió… ante las exigencias de estos, el gobernador le buscó por otro lado y encontró a Tufesa, una empresa de transportes que ya metió las primeras unidades a la línea 17.
Con esto, la relación entre concesionarios y Estado cambió. Donde se suponía que el gobierno se tenía que ajustar a las necesidades del concesionario, ahora son los concesionarios quienes se tienen que ajustar a lo que exige el gobierno.
Aquí hay de dos: o el servicio mejora por completo con unidades modernas y con las exigencias del gobernador, o el servicio cae por completo con la salida de concesiones que no estén debidamente reguladas.
Esperemos que sea el primero. Ya basta de castigar tanto a los ciudadanos con este pésimo servicio.