
En el “Día de la Liberación”, Donald Trump, presidente de Estados Unidos, impuso aranceles a las islas Heard y McDonald, un archipiélago deshabitado en el océano Índico, perteneciente a Australia, donde solo viven focas y pingüinos.
Trump decidió aplicar un arancel del 10% a las importaciones desde estas islas remotas, que carecen de población humana, infraestructura y actividad económica permanente.
“Esto parece una aplicación automática basada en bases de datos geográficas, no en relaciones comerciales reales”, dijo un analista de comercio consultado por The Guardian.
Una isla sin habitantes, pero con comercio registrado
Ubicadas al sur del océano Índico, cerca de la Antártida, las Islas Heard y McDonald son una reserva natural y forman parte de los territorios externos de Australia. Fueron declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO debido a su biodiversidad y mínima intervención humana.
“Por ser las únicas islas subantárticas con actividad volcánica, constituyen una especie de ventana abierta hacia el interior de la Tierra y ofrecen la posibilidad de observar procesos geomorfológicos en evolución, así como la dinámica glaciar”, dijo la UNESCO.
El único tipo de actividad documentada en el área proviene de expediciones científicas y de una limitada industria pesquera que opera en aguas circundantes.
No existen edificaciones, viviendas ni habitantes permanentes. Aun así, datos del Banco Mundial indican que en 2022 Estados Unidos importó 1,4 millones de dólares en mercancías desde ese territorio, en su mayoría maquinaria y productos eléctricos.
En los últimos cinco años, las importaciones desde este archipiélago han variado entre 15 mil y 325 mil dólares anuales, cifras bajas pero suficientes para ser registradas en las estadísticas comerciales oficiales de Estados Unidos.
La política arancelaria de Trump no solo alcanzó a las Islas Heard y McDonald. Otros pequeños y remotos territorios también aparecieron en la lista.
Entre ellos, Tokelau (dependencia de Nueva Zelanda) y las Islas Cocos (también bajo soberanía australiana), que juntas suman apenas 2 mil 200 habitantes.
:“Ningún lugar en la Tierra está a salvo”, dijo el primer ministro australiano, Anthony Albanese.
Información de Excélsior