Un padre transforma su dolor en un homenaje eterno a su hijo, Daniel Iván Ruiz Salas, quien falleció en circunstancias cuestionadas. El monumento se encuentra en la colonia Primero de Mayo, en Ciudad Obregón, el emblemático “bochito” se ha convertido en un símbolo de memoria y amor.

Ciudad Obregón, Sonora.– En un rincón de la colonia Primero de Mayo, donde la brisa acaricia los recuerdos y el sol ilumina la memoria, Damián Ruiz López ha creado un espacio especial: un monumento que honra la memoria de su hijo, Daniel Iván Ruiz Salas, a través del “bochito” que alguna vez le perteneció. Este vehículo es ahora mucho más que un medio de transporte; es un símbolo que mantiene viva la presencia de Daniel Iván y un testimonio del amor inquebrantable de su padre.
Damián, quien ha dedicado años a transformar este automóvil en un monumento, habla de su hijo con profundo cariño:
“Mi hijo se llamaba Daniel Iván Ruiz Salas, yo creo que todavía se llama mi hijo porque pues aquí lo traemos todo el tiempo en el corazón”.
La historia de Daniel Iván es una que su familia aún cuestiona. A los 22 años, fue detenido por policías en Pueblo Yaqui y, según las autoridades, murió en las celdas de la comisaría en circunstancias que su padre y su familia no han aceptado como oficiales.
“Él tenía 22 años, perdió la vida de una manera muy extraña en un 22 de junio del 2008 como a las 7 de la tarde. Me lo detuvieron unos policías en Pueblo Yaqui y lo remitieron a la comisaría; ya no volvimos a saber nada de él hasta otro día en la mañana, cuando leyeron la noticia a mi señora de que había fallecido. Supuestamente se había suicidado, pero nosotros no creemos eso”, recordó Damián con dolor.
El bochito, un modelo 1977, se ha convertido en el emblema de su amor, ya que este vehículo tenía un valor especial para Daniel Iván. Días antes de su muerte, estaba entusiasmado porque lo había remodelado, sin imaginar que ese sería el último viaje que realizaría al volante. El auto permaneció estacionado por varios años, hasta que Damián decidió convertirlo en un homenaje permanente para su hijo.
“Empecé como una manera de terapia, porque era muy duro el golpe que sentía, o sea me estaba matando por dentro. De alguna manera me sirvió como desahogo y empecé con un pedacito; lo fuimos ampliando, gracias a Dios. Bendito sea Dios, hemos hecho todo esto en memoria de él”, expresó Damián.
La nieta de Damián, Chelsey, también encuentra en el bochito un motivo de orgullo y conexión con su padre. A su lado, el vehículo representa un legado familiar y un recuerdo imborrable.
“Ya lo vio y le da mucho gusto. Yo creo que el carro tuvo un final feliz; no se vendió ni se hizo chatarra, se convirtió en un monumento”, compartió Chelsey.
Damián continúa trabajando en este espacio en memoria de su hijo y planea colocar una placa conmemorativa en el bochito. Este monumento, que aún conserva el motor y la transmisión originales, es un espacio donde la familia y amigos recuerdan a Daniel Iván con cariño.
A medida que el sol se pone, el bochito resplandece con una luz especial, como si Daniel Iván estuviera allí, acompañando a su padre en cada paso de este homenaje.
“Yo siento que él me acompaña, él está conmigo. Me han pasado cosas donde yo me doy cuenta que me ayuda mucho; el ingreso no nos falta y vivimos relativamente bien. Yo creo que, gracias a Dios y a él, hemos hecho esto”, concluyó Damián, mientras contempla con amor el legado de su hijo.
